Esos tiempos quedaron muy atrás en las conductas del país. Por esos tiempos, el vecino tenía autorización plena para regañar a los muchachos del vecindario; más aún, podía aplicar castigos en nombre de los padres en ausencia.
En cambio, hoy, todos negamos al vecino autoridad alguna para vocear con sentenciosa expresión, a nuestros hijos.
He recordado unos vecinos de la niñez, a la familia Vidal-Dahuajre.
Mi madre regañó más de una vez sobre todo a Anisito, adulto ya el reconocido cardiólogo a destiempo fallecido. Doña Victoria, la madre vecina, por igual reclamó con adusta expresión a mi hermano Antonio. A él, por cierto, guardaba doña Victoria, comida árabe criollizada, sobre todo quipes.