Comenzó siendo una palabra despectiva y se transformó en un concepto mucho más amplio con un sentido positivo o neutro
México en una expresión: "No mames"
En una pregunta: "¿Qué onda?"
En una sorpresa: ¡Órale!
Ahora
añádale la palabra "güey" al final y contemple algunas de las
expresiones más mexicanas que existen. Esa invención corta y deformada
es una de las palabras más identitarias del español de México. Ese
español que como mencionaba Martín Caparrós, recientemente en El País Semanal, "es la forma más distinta del castellano".
"Güey"
viene de buey, del toro manso y castrado. Del animal de carga que con
paso lento araba el campo y torpemente vivía su mansedumbre en el lado
opuesto del toro bravo. De tanto llamar "buey" a alguien para criticarlo
por su torpeza y su falta de inteligencia, la palabra empezó a sufrir
modificaciones que también viven otras voces como 'abuelo' o 'bueno' y
que acaban convertidas en "agüelo" y "güeno". Lo que académicamente se
llama: "velarización del sonido bilabial oclusivo sonoro en la letra 'b'
a la que se le da el sonido de la 'g'", explica Georgina Barraza,
lingüista de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
"Ese fenómeno es frecuente cuando tienes una 'b' seguida del diptongo
'ue', y suele estar adscrito a un nivel sociocultural con una
escolaridad baja", puntualiza.
"Por
otro lado, hay un fenómeno no solo exclusivo de México, sino en el
español en general donde se suele asociar comportamientos de los
animales a la lengua. Se hace una analogía entre la lentitud del buey y
una persona tonta, porque es lenta en su discurrir”, agrega Barraza.
Aunque
"güey" comenzó siendo una palabra despectiva y de bajo nivel cultural,
durante el siglo XX, se transformó en un concepto mucho más amplio hasta
alcanzar un sentido neutro o positivo. La primera vez que el vocativo
"güey" apareció escrita en las páginas de una novela fue en 1958. Carlos
Fuentes utilizó este coloquialismo en La región más transparente, para
plasmar el léxico de diferentes estratos sociales de la Ciudad de
México, dice Georgina Barraza.
José
Revueltas también la utilizó en su obra El Apando, que cuenta la
historia de los presos mientras estuvo preso en la cárcel de Lecumberri
en 1969. "En el origen "güey" con 'g' se emplea en contextos muy
populares porque los personajes que lo usan son de bajo nivel social:
albañiles, presos...”, dice Barraza.
Según el diccionario de Americanismos,
"güey" se utiliza en México, El Salvador y Nicaragua. Sin embargo, la
académica de la UNAM reconoce que es muy difícil localizar el origen de
este tipo de palabras que se originan en el habla popular y mucho más
complejo es datarlo. Georgina Barraza considera que para que una palabra
así fuera contenida en obras literarias, al menos debía de contar con
"tres generaciones de uso para que fuera lo suficientemente extendida y
lexicalizada", situando el origen a principios del siglo XX, finales del
siglo XIX.
Con
el paso del tiempo, la evolución del idioma le dio a "güey" otros
significados e interpretaciones hasta el punto de que las siguientes
generaciones la utilizan no solo como adjetivo negativo, sino como
nombre común para referirse a un amigo, a una persona de manera genérica
o para hablar de la pareja sentimental: "Este es mi güey". Este
fenómeno se llama "resemantización"
"A
'güey' le pasa como a la palabra 'cabrón'. Con el paso de los años
estas palabras negativas pueden cambiar su polo, saltar al polo opuesto y
tener nuevos significados", explica la académica de la UNAM. Todo tiene
que ver con el poder de esa palabra en el uso, el cambio generacional y
el lenguaje que es dinámico. "Cada generación va tomando identidad a
partir de crear su propio léxico. Así le pasó a la palabra 'chingada'.
Como en la frase: Vivo hasta casa de la chingada (Vivo muy lejos), los
hablantes más jóvenes la sustituyeron por ‘verga', porque tiene más
fuerza. Sin embargo, para las generaciones anteriores es una palabra muy
ofensiva", detalla Georgina Barraza, quien también forma parte de la
Comisión de Consultas de la Academia Mexicana de la Lengua.
"Hay
mucha familiaridad en este tipo de palabras. El comportamiento
fonológico primero se generó en un contexto popular y ahora se ha
extendido en todos los contextos sociales", lo que Georgina Barraza
llama “democratización de la lengua”.
Güey o Wey
Hasta
hace algunos años, Barraza reconoce que los lingüistas no habían
reparado en que la evolución del lenguaje no solo tenía que ver con las
redes sociales, sino también con el soporte en el que se escribía. "Los
mensajes SMS y los 140 caracteres de Twitter en un principio obligaban a
ser muy escuetos por eso se empiezan a usar más las abreviaturas",
dice. "Escribir en el teléfono es mucho más incómodo y eso conduce a
abreviar. La grafía ‘w’ se utiliza porque fonéticamente está cerca del
sonido 'güe' y es más fácil de escribir, más en soportes digitales",
analiza.
Aunque
güey es una palabra identitaria del español de México, no se puede
predecir qué pasará con ella. "Cada construcción tiene su propia
historia y viene determinada por las condiciones y características de
los hablantes. Una palabra con muchos significados es un arma de doble
filo porque se vuelve ambigua y puede ser sustituida. A la vez es muy
útil porque sirve para hablar de muchas cosas", dice Barraza.
La
experta en lengua considera que la clave está en que el hablante
considere a una palabra parte de su identidad, eso le da una valoración
positiva y habrá una tendencia a mantenerla en el tiempo. ¿Se utilizará
"güey" dentro de 100 años o quedará solo para los libros de historia?(El
País)
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